jueves, 9 de junio de 2011

NERÓN, PEPINOS-HAMBURGO E INDUSTRIA-HUELVA


Una alemana de poco seso y mucho poder decidió, ante la incapacidad de solucionar sus problemas, acusar al pepino andaluz de ser la causa de la muerte y enfermedad de personas en su ciudad. Inmediatamente hemos saltado todos los andaluces (y españoles) ante semejante canallada. Su incapacidad al determinar las causas de un problema dentro del ámbito de su responsabilidad (la salud) le hizo coger el camino corto y fácil: buscar un cabeza de turco.
Es algo que ha ocurrido toda la historia y tenemos ejemplos famosos como el de Nerón al acusar a los cristianos del incendio de Roma, el populacho (todos somos populacho en algún momento) sólo quiere que se le señale con el dedo sobre quién cargar las culpas de sus penalidades y frustraciones.
Huelva no ha sido, ni es, ajena a este problema. Hace años, cuarenta, la salud de Huelva era la peor de los andaluces (a principios del siglo XX era la mejor). Han venido profetas de fuera acompañando a onubenses (nacidos o no aquí) de poco seso y mucho poder (vaya, como la alemana) que han estado buscando los culpables de este problema. Todas las personas, frustradas en algún momento por la muerte de un ser querido (y digo todos porque yo también), hemos querido que se nos señalara al culpable y estos personajes señalaron, sin pudor ni vergüenza, a la industria onubense como la culpable. Un simple análisis ha bastado para dejar claro que los pepinos andaluces no son los asesinos, pero será que en Alemania el tema de que los análisis son de fiar (aunque se hagan en España) y en Huelva no. Aquí se han realizado cientos (varios miles) de análisis, docenas de estudios (Universidades, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Consejo de Seguridad Nuclear, EURATOM, Escuela Andaluza de Salud Pública… son demasiados) que dicen dos cosas muy claras:
Primero: curiosamente desde hace cuarenta años (coincide con la llegada de la industria) la esperanza de vida de los onubenses ha subido más que en cualquier otro lugar y la mortalidad es donde más ha descendido. Puede parecer lo contrario por lo que dice esta política alemana (perdón, estos onubenses que aman con locura a su tierra), pero los números no engañan y están ahí. Por favor, hay que mirar todos los números, no sólo los que a Nerón (perdón de nuevo, estos onubenses ya nombrados) les interesa.
Segundo: la industria onubense no vulnera la legislación europea y, como ejemplo, los fosfoyesos no son peligrosos, no son radiactivos… digan lo que digan, esta vez no me equivoco, esos onubenses ayudados por los salvadores de la Patria que vienen de tierras lejanas en avión (que no contamina), en barco (de vela y remos supongo y construidos con maderas de bosques ecológicos) o a pie (hasta la diligencia admito)… vuelvo a suponer.
Estoy de alemanas, onubenses y ayudantes de lengua rápida, seso corto (o demasiado largo) y dañinos a más no poder, hasta la misma coronilla. Sólo deseo que vivan lo suficiente para poder pedirles responsabilidades por tanto daño como causan. Lo del pepino son varios cientos de millones de euros y miles de jornales, ¿cuánto vale el daño de pasear el nombre de Huelva por el lodo de Europa cargado con las cadenas de la mentira? Es hora de hacer números. Saludos.

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