viernes, 12 de junio de 2009

Límites de velocidad

Estoy sorprendido, por no decir escandalizado, por escuchar o leer en prácticamente todos los medios de comunicación (prensa, radio y TV) una crítica continua al límite de velocidad en las autopistas a 120km/h.
Estoy escandalizado porque los medios de comunicación deben incitar a cumplir la ley y no a violarla, sobre todo una ley que sólo pretende disminuir el vergonzoso número de víctimas que tenemos en la carretera. Evidentemente la mayor parte de las personas que dan estas opiniones no han tenido el detalle de hacer unos simples cálculos que muestro a continuación y que justifican con creces la existencia de los límites de velocidad.
La energía con la que un coche se estrella es proporcional al cuadrado de la velocidad, es decir; inventemos una unidad de energía que se va a llamar P (que es la letra inicial de la posibilidad de matarte en el accidente), y definámosla como la energía que lleva un coche que se accidenta a 1km/h, pues bien, a 50km/h este coche llevará una energía de 2.500P, a 100km/h 10.000P, a 120km/h 14.400P y a 160km/h 25.600P. Aclarando ideas, a 160 tienes casi el doble de posibilidades de matarte que a 120, así de simple.
Además, cuando algunos columnistas, tertulianos y locutores dicen que ¿porqué no se puede ir a 160 por una autopista despejada en un día claro? no saben, supongo, que un obstáculo en el camino (animal, retención, objeto caído desde un camión, etc.) aparece cuando y donde menos te lo esperas y por tanto debes tener el mayor espacio posible para frenar, porque si el obstáculo aparece cuando tienes el espacio justo para frenar a 120 y vas a 120 no pasa nada; pero si vas a 160, en el momento del impacto, tras gastar el espacio que te hubiera bastado a 120, todavía vas a más de 100km/h, y pasas de tener cero posibilidades de matarte a tener 10.000.
Todo esto sólo desde el punto de vista de la seguridad, pero desde el punto de vista medioambiental un coche a 160 hace muchísimo más ruido que un grupo de coches a 120 y además gasta bastante más combustible, con lo que emite más CO2 a la atmósfera y empeora el efecto invernadero, algo que parece que sólo es culpa de las centrales térmicas y las grandes industrias y que en verdad depende también de cosas tan simples como ajustar bien el aire acondicionado o apretar más o menos el pedal del acelerador.
Bueno, espero que estos simples cálculos ayuden a algunos a no hablar sin pensar y que los creadores de opinión pública no animen al incumplimiento de las leyes, sino a su respeto y cumplimiento.

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